05 Jun
05Jun

La mayor parte de mi vida laboral ha estado enfocada al mundo de la consultoría, es un mundo muy dinámico y con muchas oportunidades de aprendizaje no solo en la especialidad que se desarrolla sino también de cómo funcionan las organizaciones, de las personas y sus perfiles, de estrategia, de política, de finanzas, economía y de uno mismo.

Dado el carácter constante de cambio en el que estoy inmerso (entrar a una compañía, digerir toda la información que pudiera, explicar de manera clara y concisa los problemas, así como las potenciales mejoras y eventualmente hacer seguimiento a la ejecución que materializaría esos cambios) me encontraba en la constante necesidad de entender conceptos nuevos y muchas veces aquellos que conocía desde antes me sirvieron de base para asimilar nuevos o para desarrollar soluciones a nuevas problemáticas, yo estaba simplemente maravillado por la forma en que cada nuevo concepto parecía tener correlación con los anteriores y se acomodaba perfectamente en el entretejido de ideas que iba construyendo.

No creo que sea un ambiente para todo el mundo, en muchas ocasiones puede ser abrumador por la cantidad de información y el corto tiempo del que se dispone. Sin embargo si se concentra la vista en el desafío de entender y aprender, de absorber esos conocimientos, así como la firme convicción de que por suerte no se es médico y que al final del día si las cosas no resultan exactamente como se espera, pues no se va a morir nadie. Todo seguirá su curso y tomará el tiempo que tenga que tomar, pero se llegará a una eventual solución, mientras que poco a poco y casi sin darse cuenta la biblioteca interna se va ampliando cada vez más no solo de los conceptos que se van asimilando sino de híbridos nuevos que se forman a partir de combinarlos y aplicarlos a la resolución de problemáticas. 

Me tomó varios años entender que sin querer me había topado con algo maravilloso “la afición por aprender” que no es otra cosa que enamorarse perdidamente de la curiosidad por entender cómo funciona el mundo, saber que causa desata que efecto y como es que los múltiples efectos se combinan. 

Quiero resaltar que tuve muchísima suerte, hubo quien guió mi camino durante esos años y con quien estoy profundamente agradecido pues siempre inicio nuestras conversaciones con un sincero ¿Cómo estas? y dedico mucho tiempo y esfuerzo a hacerme entender que la prioridad eran las personas, no las rentabilidades, el cumplimiento de los deadlines o la efectividad de las soluciones que se implementaran sino que todas estas eran consecuencias de lo primero. 

La razón es muy simple: todo aquello que no esté automatizado por un computador es articulado por personas y es trabajando con ellas que se desarrollan las mejores soluciones. De hecho, otra gran verdad en este mundo es que son las conclusiones más sencillas y evidentes las que más impacto tienen cuando se le propone una solución a alguien. De ahí el poder de escuchar activamente y aplicar hábilmente el sentido común y el razonamiento deductivo. Pero quizás nos estamos saliendo un poco del tema y ya hablaremos de eso en próximas ocasiones. 

A lo que iba es que cuando venimos a este mundo todo nos es nuevo y deseamos experimentarlo con todos nuestros sentidos, entender cuáles son sus características, para que sirve y cómo funciona. Vivimos en constante exploración por entender el mundo a nuestro alrededor, sin embargo, con el pasar de los años, mucha de esa curiosidad nos abandona, como si la balanza que estaba inclinada hacia el descubrimiento (cuando es poco o nada lo que sé) de repente se inclinara hacia sé lo suficiente, nos divorciamos de la incertidumbre de lo nuevo y nos aferramos a la seguridad de las certezas, de aquello que conocemos y dominamos y si terminamos de perder aquella curiosidad nos encerramos en la deslucida zona de confort y nos condenamos a dejar de aspirar.

Quisiera que te tomes un momento para pensar en algo diferente a lo que sueles hacer cotidianamente y lleves buen tiempo queriendo intentar y aun no has hecho.

Si la razón por la que aún no lo han hecho suena parecida a:

  • Me da un poco de vergüenza
  • Cómo saber si lo podré hacer bien
  • No se exactamente por dónde empezar 

Es muy probable que lo que te detenga sea la incertidumbre de no saber cómo resultará el intento, el miedo al ridículo, la posibilidad de no poder cumplir con tus propias expectativas o incluso el temor a fallar. Lo que quiero compartir hoy es que todas las razones expuestas arriba o cualquiera que se les parezca solo van a detener el crecimiento natural que pueden tener en su vida diaria, en la medida en que dejamos de probar cosas nuevas que en serio queremos probar o aprender también rechazamos nuestra propia curiosidad y la reemplazamos por el conformismo. 

Me encantaría que te puedas aferrar como yo a lo que decía mi buen amigo y que al final "No se va a morir nadie, así que todo va a estar bien" o a cualquier convicción que te permita anteponer tus deseos y ganas de seguir adelante a defender tu ego y necesidad de seguridad. A ver con ternura los errores de las primeras etapas del aprendizaje como cuando vemos a un niño pequeño aprender algo nuevo.

Ya que, si decides no hacerlo, te habrás privado del sublime gozo de crecer y con ello de muchas oportunidades nuevas. Así que sigue intentando, abraza la curiosidad y será tu más grande aliada.

Oh!! y disfruta del proceso con una sonrisa y buen humor.





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